El día 20 de diciembre nuestra Unidad Educativa se enorgullece en presentar al público el primer Festival de la Música Nacional, con artistas de nuestra institución: estudiantes, docentes y padres de familia. La fecha no tiene que ver nada con la navidad, como piensan algunos. Es una simple coincidencia que se haga en diciembre (muy bien se pudo hacer en septiembre por motivo de las fiestas de la comunidad, o en mayo o en julio), en todo caso, es en este mes y esperamos contar con la presencia de una aceptable cantidad de público amante de nuestra música.
El desarrollo del arte nacional se ve, desde nuestra óptica, como muy pobre o desatendido por las instituciones educativas. Todo es rock, todo es ballenato o regaeton. Colombia y el caribe han invadido a nuestra patria y todo lo nuestro se olvida y se pierde para siempre. Las instituciones encargadas del desarrollo cultural como el Ministerio de Cultura o la Casa de la Cultura, son entes perdidos en el camino difícil de promover el pasillo o el sanjuanito..., y hacer que a la juventud le guste escuchar a los hermanos Miño Naranjo, o al dúo Benítez y Valencia, y tantos otros artistas viejos y nuevos, cultores del pasillo y otros ritmos típicos de nuestra patria.
A nuestra música se la califica de "chicha" o "chichera", entendido este término como que nuestra música nativa es la acompañante ideal del licor, llámese cerveza, puro, whisky, etc. Es una palabra o calificativo que le ha hecho daño a nuestro arte musical y que le ha dado un halo de bajos fondos, de baja calidad, de funesto. Ha empeorado el asunto, el negativo aporte de las disqueras cuyos productos artísticos, como son el sinnúmero de grupos de doncellas que han cumbianizado nuestros ritmos y se dedican a desentonar por variados escenarios, mostrando sus exhuberantes curvas que es lo único que le interesa al público. O bien, cantantes de "melodiosa" voz que hacen lo mismo, por aspectos de carácter económico y de atracción fácil de público. Ejempolo de esto es el famoso Héctor Jaramillo, anciano ya pero joven de espíritu.
Entonces el tema de la poca difusión de nuestro arte pasa por aspectos económicos, en el sentido de que no generarían ganancia para nadie, tal como son en su legítima esencia. Es mejor un sanjuanito cumbianizado o merengueado, al tradicional de nuestros ancestros. Este se puede bailar con pasos más fáciles, se escucha mejor y le gana en atractivo al sanjuanito real que avergüenza escucharlo. El sanjuanito lo bailan los "indios" y hay que alejarse de eso...
Otro asunto que se puede considerar es el de la evolución de las artes. Todo evoluciona y no tiene que ser por fuerza como lo dejaron los antes mencionados Miño Naranjo o Carlota Jaramillo o Julio Jaramillo. El pasillo debe ser presentado posiblemente, con matices diferentes, producto de una labor de orquestación, de ornamentación, de evolución, en suma. Hacerlo más asequible a los oídos actuales. Algo parecido quizá a lo que ocurrió con Piazzolla quien le dio un aire moderno y sofisticado al sagrado tango argentino. No obstante, viven juntos el tango de Piazzolla y el tradicional. Al inicio pelearon un poco, pero ahora conviven con igual admiración de todos.
¿Qué hacer? Por lo menos, recordar que hubieron artistas de gran trascendencia hace algunas décadas, o en el siglo pasado. Recordar sus canciones y cantarlas como ellos las cantaron. Recordar las románticas y dramáticas letras de los "decapitados" y conformarnos con elogiarlos en un medio llamado a extranjerizarlo todo. Quizá aceptar la fusión sea una buena alternativa para nuestra música. Después de todo, sí existen productos de buena calidad: Guaraca, el Pila pila, corazón de chancho...
El sabor que nos deja esta actitud generalizada es de DESCONFIANZA de las nuevas generaciones hacia la calidad de lo nuestro y de su efectividad para representarlos. Ante el rechazo hacia el pasillo y todo lo demás, se busca alternativas en otros ritmos considerados de más talla o apropiados a su edad. En consecuencia, el pasillo & co. es un asunto de viejos, amargados y borrachos. Lo nuevo es ahora una cuestión de cumbia, salsa, merengue, regaeton, rock, etc, una cuestión de jóvenes también borrachos y fumones, pero quizá, menos amargados.
El Piazzolla del pasillo, el sanjuanito, y demás, no ha nacido todavía.
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